Blog
Más allá de la retórica de la Guerra Fría: repensar Cuba hoy
Aug 11, 2021
Ha pasado un mes desde que tuvieron lugar las protestas en Cuba, el 11 de julio, y los cubanos tanto en la isla como en la diáspora aún debaten su significado y la manera de avanzar como nación y como pueblo. No se nos ocurre una persona con un ojo más crítico que la científica política María de los Ángeles (Nena) Torres para comentar acerca de la complejidad del momento actual y las emociones que ha detonado. Es un honor incluir su artículo “Más allá de la retórica de la Guera Fría: repensar Cuba hoy” en nuestro blog. Como ella misma comenta, “Algo muy profundo ocurre en estos momentos en Cuba y para comprender y poder reaccionar es necesario pensar más allá de la narrativa de la Guera Fría”. Esperamos que su artículo les resulte tan esclarecedor y esperanzador como lo fue para nosotros. ¡Les agradecemos de antemano y quedamos atentos a sus comentarios!
Abrazos,
Ruth y Richard
por María de los Ángeles (Nena) Torres
Para los cubanos, en Cuba y fuera de ella, las protestas de las últimas semanas en toda la isla han provocado una avalancha de sentimientos encontrados que van desde la preocupación profunda hasta la esperanza exaltada.
Quienes vivimos fuera de Cuba y estamos a favor de mantener relaciones con ella hemos dedicado décadas a construir puentes con la isla que nos vio nacer y ahora estamos en medio de las posturas encontradas de quienes, por un lado, demandan que los Estados Unidos invadan la isla y quienes culpan al embargo estadounidense de todos los males que aquejan a Cuba. Aunque en apariencia contradictorias, estas posturas son dos caras de la misma moneda. Ambas son perspectivas coloniales centradas en Estados Unidos que sugieren que las políticas estadounidenses son el principal factor que determina el futuro de Cuba. Ambas, de hecho, niegan a la población cubana de la isla la posibilidad de expresar su voz y tener libre albedrío.
Quienes están a favor de la invasión parecen haber olvidado que, por más de 200 años, la soberanía ha sido uno de los elementos fundamentales de las luchas políticas en Cuba. A lo largo del siglo XIX, la población cubana luchó por obtener su independencia de España, que se aferró a la isla a través de la represión y el terror. Al final, Estados Unidos intervino militarmente y excluyó a Cuba de las negociaciones de París que llevaron a la transferencia del poder. Se estableció un gobierno militar estadounidense que puso fin a la recién lograda independencia de la isla. Todas las luchas políticas importantes a lo largo del siglo XX, incluidos los movimientos revolucionarios de la década de 1950, apelaron a la necesidad de excluir a Estados Unidos de los asuntos cubanos. Más allá de la afrenta a la historia cubana, es poco probable que el presidente Biden, que está retirando las tropas de Afganistán e Irak, atienda la solicitud de una intervención militar por parte de Estados Unidos, así como tampoco es probable que el Congreso estadounidense autorice un despliegue de marines a la usanza del siglo XX. Esas personas tampoco consideran el grado de resistencia que enfrentaría una iniciativa de este tipo y la cantidad de muerte y destrucción que ocasionaría. La sociedad cubana en Cuba no clama por una intervención estadounidense, y tampoco deberían hacerlo sus supuestos partidarios fuera de la isla.
Quienes atribuyen la situación que se vive en Cuba al embargo estadounidense — el movimiento Black Lives Matter entre ellos, desafortunadamente, cuya lucha contra la brutalidad policial ha servido de inspiración a una gran cantidad de jóvenes en las calles cubanas — tampoco entienden. El embargo es un atavismo de la Guerra Fría y aunque acabar con él sea un objetivo digno, es poco probable que ocurra en este momento. Sin embargo, es esencial entender que, incluso con el embargo, el gobierno cubano tiene opciones en cuanto a qué políticas promulgar y qué practicas implementar. Y es en reacción a estas decisiones — y no al embargo — que las y los cubanos han tomado las calles.
El respeto a las personas que se manifiestan en contra del gobierno en Cuba implica por fuerza escuchar y entender sus razones para hacerlo. Piden libertad para vivir y gestionar sus vidas. Su objetivo es combatir la represión y no ser excluidos de la participación efectiva. Demandan igualdad de oportunidades económicas y libertad de elección. Al reivindicar la patria, recalcan que no quieren marcharse, sino tener el derecho de vivir en su país; el derecho a permanecer en la isla. Es difícil ignorar la doble moral en juego, ya que lo que pide la ciudadanía en la isla son, en esencia, los mismos derechos y libertades que han protagonizado los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos y en el mundo.
El clamor actual de la juventud tiene sus raíces en la larga lucha política de Cuba, que no sólo se ha opuesto a la intervención extranjera, sino que también ha buscado alternativas democráticas. Incluso en los días de la Guerra de Independencia de Cuba, la plataforma de los independentistas incluía la libertad para las personas esclavizadas y alternativas democráticas a la monarquía y a las prácticas de poder colonial. De hecho, la violación por parte de Fulgencio Batista de la Constitución Cubana de 1940 y su protección de la justicia social y la democracia fue la principal raison d’etre de la insurrección que llevó a su destitución. Aunque podríamos debatir sobre el grado de justicia social que se ha impartido o mantenido, es a todas luces evidente que la promesa de democracia nunca se cumplió. Nunca se han celebrado elecciones libres y la disidencia ha sido sometida a juicios sumarios, largas condenas en prisión y diversas ejecuciones. La represión y el destierro han sido las herramientas para mantener en el poder a un régimen blanco en su mayoría y controlar a una población que cuenta con un número importante de personas afrocubanas que, según algunas evaluaciones, podría ser superior al cincuenta por ciento de los residentes de la isla.
La administración de Obama trajo consigo la esperanza de una mayor flexibilidad por parte del gobierno cubano, tanto en lo relativo a sus políticas económicas como en el ámbito de los derechos civiles. Ocurrió lo contrario. Por citar sólo un ejemplo, 304 personas disidentes de todo el país que pertenecían a diferentes grupos fueron detenidas y encarceladas días antes de la visita del mandatario estadounidense, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos.
Desde entonces, la situación sólo ha empeorado. Con el remplazo del liderazgo “histórico” y la instalación del presidente Miguel Díaz-Canel, el gobierno dio marcha atrás en muchas de sus llamadas “liberalizaciones”, incluido el endurecimiento de regulaciones que permitían cierto número de empresas privadas. En efecto, la Constitución cubana, de reciente promulgación, anunciada como “La Cuba que aún puede ser”, legalizó la inversión extranjera, al mismo tiempo que prohibió a la población cubana de la isla invertir en sus propios negocios — una medida sorprendente para un gobierno que dice ser “antiimperialista” y representar al pueblo de Cuba–. El gobierno de Díaz-Canel ha persistido en limitar las libertades individuales. Una de estas regulaciones exige que todos los proyectos artísticos se presenten ante el gobierno para su aprobación. Dada la larga historia de apreciadas e internacionalmente aclamadas contribuciones de Cuba al arte, no debería sorprender que tal censura haya sido recibida por una protesta generalizada.

A raíz de estas protestas surgieron dos grupos principales: el Movimiento San Isidro, arraigado en un barrio pobre de San Isidro, cuya población es en su mayoría negra; y el 27/N, llamado así por la fecha en que el pasado otoño un grupo de personas se concentró frente al Ministerio de Cultura para para exigir un cambio. Sus protestas han contado con un amplio apoyo de periodistas, músicos e intelectuales de toda Cuba; incluso de varios cuyos vínculos con el gobierno son estrechos. “Patria y Vida”, una canción dedicada al Movimiento San Isidro, se ha convertido en la banda sonora de las protestas. El lema reivindica el movimiento en defensa de la nación, pero, a diferencia del dramático final del himno nacional — “que morir por la patria es vivir” — el cual glorifica la muerte, éste es un llamado liberador en favor de la vida y la nación.
Para comprender de manera cabal las protestas hay que reconocer la creciente frustración que se vive en los barrios pobres, en su mayoría afrocubanos, que presencian y sufren de manera más aguda las crecientes desigualdades y la falta de oportunidades. Al igual que en el resto de mundo, en Cuba la pandemia ha agravado los problemas, pero no ha sido la causante. Las grandes brechas de poder, riqueza y oportunidades que existen entre la élite gobernante en Cuba y el resto del país no ninguna novedad. Por supuesto, se podría decir lo mismo de Estados Unidos, pero este país no ha vivido lo que pretende ser una revolución socialista.
El 11 de julio estalló en toda la isla una protesta sin precedentes. Las personas que participaron, en su mayoría jóvenes de barrios pobres y profesionales de la clase media, se volcaron a las calles. Lo que exigían no era una invasión ni el fin del embargo, sino libertad. La respuesta del gobierno sólo puede explicarse por una desconexión peligrosa entre la clase gobernante y su pueblo. En un llamado a las armas al estilo de Trump, Díaz-Canel alentó a la población a atacar a las personas manifestantes; cubanos contra cubanos. La internet fue silenciada. Las fuerzas especiales de seguridad fueron movilizadas — algunas bajo coacción — para darles una paliza. Se informó que hubo tiroteos. El descontento en toda la isla ante esta brutalidad fue veloz y generalizado; tanto que al día siguiente Díaz-Canel tuvo que dar marcha atrás. Su primera concesión fue el levantamiento de las restricciones que impedían la importación de comida y medicamentos; bienes esenciales que están exentos del embargo estadounidense. Esto puso de manifiesto algo que los cubanos de la isla saben demasiado bien: el gobierno dispone de alternativas para aliviar el sufrimiento de su pueblo a pesar del embargo.
No obstante, la represión y criminalización de las personas manifestantes continúa. Oficiales del gobierno cubano les han llamado delincuentes, mercenarios, jóvenes sin valores, al mejor estilo de las estrategias utilizadas en contra de los manifestantes del movimiento Black Lives Matter. Se estima que el número de personas detenidas oscila entre 500 y 900. Se envió a menores de edad a las cárceles de adultos. Las familias de las personas detenidas no fueron notificadas del paradero de sus parientes. Algunas han sido liberadas, pero de varias aún se desconoce su paradero y muchas han sido acusadas y condenadas a prisión de forma precipitada, sin contar con ningún tipo de representación legal. La rendición de cuentas de lo que ocurre en la isla se ha convertido en la principal prioridad para los cubanos que habitan en ella.
Algo muy profundo ocurre en estos momentos en Cuba y para comprenderlo y poder reaccionar es necesario pensar más allá de la narrativa de la Guerra Fría. Quienes vivimos fuera de Cuba necesitamos comprender mejor los matices que permitan elaborar políticas más eficaces, a fin de respaldar las demandas de libertad en la isla, mitigar el sufrimiento de la población y facilitar el libre intercambio entre familias, así como entre la comunidad artística y académica.
Durante décadas, he procurado tender puentes entre los cubanos en la isla y en el extranjero. Sin duda, buena parte de nuestros intercambios han contribuido a ampliar el espectro político y cultural dentro y fuera de Cuba. De hecho, muchos de los artistas que lideran los movimientos de protesta en la isla han formado parte de estos intercambios. Yo estoy en contra del embargo porque, además de haber contribuido al despojo del pueblo, ha permitido que la élite militar desarrolle negocios para eludirlo; estoy en contra del embargo porque les proporciona una excusa retórica muy simple para sustentar su régimen autoritario.
Para quienes estamos comprometidos con la construcción de puentes y que deseamos apoyar la valentía de los cubanos que ocupan las calles, ésta no es ahora la prioridad. En cambio, más que imponer nuestra voluntad, debemos escuchar a las voces en la isla; y éstas se han unido bajo la bandera de la libertad.
¡Patria y vida!
Traducido por Ingrid Ebergenyi
MARÍA DE LOS ÁNGELES TORRES es profesora distinguida de Estudios Latinoamericanos y Latinos en la Universidad de Illinois, en Chicago. Ha escrito sobre Cuba y el exilio cubano y es autora de In the Land of Mirrors: The Politics of Cuban Exiles in the United States y The Lost Apple: Operation Pedro Pan, Cuban Children in the US and the Promise of a Better Future; editó By Heart/De Memoria: Cuban Women’s Journeys in and Out of Exile. También ha escrito sobre la población latina en Estados Unidos. En la actualidad prepara el manuscrito The Elusive Present: Democracy’s Time in Cuban Thought.
INGRID EBERGENYI es traductora desde hace veinte años. Ha traducido textos académicos e institucionales, subtitulado películas y documentales, transcrito entrevistas y editado textos diversos. Su estancia en Río de Janeiro, para hacer la tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, le permitió perfeccionar su portugués. Ha traducido y editado para organismos internacionales, universidades públicas y privadas, organizaciones de la sociedad civil y la iniciativa privada. Además, prepara un anís casero exquisito y tiene la mejor receta de panqué de plátano. Es amante del jazz, el cine y la historia.
INGRID EBERGENYI has been a translator for the past 20 years. She has translated academic and institutional documents, subtitled films and documentaries, transcribed interviews, and edited a wide variety of texts. She polished her Portuguese while writing her Latin American Studies master’s thesis in Rio de Janeiro and has worked for international organizations, public and private universities, and CSOs as well as for the private sector. What’s more, she prepares an exquisite homemade anise and has the best banana pancake recipe. She’s also a big jazz, film, and history lover.
CLAUDIA PADRÓN es una artista visual que vive en Cardenas, Cuba. Es graduada de la Universidad de la Habana. Para más información, ver https://www.instagram.com/cpadron_art/
Leave a Reply